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Onboarding Soluble: expectativas que se cumplen

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Hace apenas unas horas que me he incorporado al equipo de Soluble y ya me he dado cuenta: estoy en el ojo de un huracán de ideas. Por suerte para mí, no es algo nuevo. Durante toda mi vida laboral he tenido una gran fortuna. He aprendido de grandes personas, con mentes prodigiosas y una ética de trabajo inquebrantable. Y qué bien sienta confirmar que, en esta nueva etapa, las expectativas se cumplen. Déjame hablarte del proceso de alunizaje (en el bueno de los dos sentidos 🌕🚀).

Adentrarse en el universo S-)

Mi primer touchpoint con Soluble fue sonoro. A través del podcast de Minimalism Brand. En uno de sus episodios, Ismael Barros hablaba sobre branding, gestión de equipos y, en definitiva, sobre todos los desafíos que implica gestionar un estudio que se dedica con devoción a contar historias para crear suturas entre marcas y personas. Era llamativa su preocupación por conceptos que en, en otros contextos, han sido pervertidos, como el talento o la estrategia. Yo estaba empezando a trabajar en mi tesis doctoral sobre modelos de negocio para empresas periodísticas y encontré un puente entre la teoría más pura y la práctica más pragmática.

Tiempo después me encontré con una oferta de trabajo para crear contenidos en Soluble. Tentadora. No solo por el puesto en sí: también por la forma de comunicar y explicar qué es la empresa, qué piden de ti y qué te ofrecen. Así que cancelé todo lo que tenía previsto esa mañana ―¡paren las rotativas!― y envié el formulario. A diferencia de otros procesos impersonales, en los que la Solicitud Sencilla de LinkedIn puede ser tu mayor aliado y tu peor enemigo, este formulario te permite desplegar tus habilidades. Y además ayuda a la empresa a encontrar personas más alineadas con su visión y sus valores.

Sorpresa. Al día siguiente, un e-mail. ¿Nos conocemos el próximo lunes? Pues claro que sí. Pasé el fin de semana preparando la entrevista. Leí su web de cabo a rabo, regresé al podcast de Minimalism y hasta pude disfrutar de un post en Medium en el que el propio Ismael daba las claves de los procesos de contratación en Soluble. Perfecto para (intentar) hackear un poco la entrevista.

Hablé durante media hora con Carmen Fraga y Marta Factor. La conversación cumplía, exactamente, con las expectativas que tenía sobre la marca. Fluidez, cercanía, interés por las personas y, por supuesto, conocimientos técnicos. Un placer, vamos.

Tocaba esperar. Al cabo de unos días llegó otro e-mail. Esta vez tocaría hablar con Laurent Dietrich y Sora Leo. Otra vez la misma sensación: hablamos de arroces alicantinos y de pádel, en castellano y en inglés. Naturalidad, humildad y honestidad. Se debe hablar de ellas aunque estén presentes. No es de mala educación.

Al poco tiempo llegó un e-mail de Laurent en el que me proponía hablar al día siguiente. Y yo estaba convencido de que ahí acababa mi viaje con Soluble. La experiencia ya había merecido la pena. Pero me equivocaba. Y aquí me encuentro, escribiendo este texto. La propuesta de incorporación era detallista y clara. Plazos, remuneración, ventajas, responsabilidades… No había lugar a dudas. Acepté, como no podía ser de otra forma, y a partir de ahí los asuntos de los e-mails cambiaron a “Soluble + Cristian”. Sumar. Qué ganas.

Ser parte del equipo S-)

La última fase del proceso de contratación fue un encuentro con el resto de miembros de Soluble. Por supuesto, no fue una presentación al uso. Explicaron quiénes eran a través de un meme, hablando de los tres personajes de ficción con los que se sentían identificados. En aquel encuentro virtual se habló de la madre de Peppa Pig y del tenista Alexander Zverev.

Cierro mi primer día escribiendo estas líneas. Han sido horas intensas, con muchas reuniones y, sobre todo, mucha ilusión. Vienen días de aprender con un onboarding cuidado hasta el más mínimo detalle. De lengua queda y ojos listos. La cabeza en la luna y los pies en la tierra S-)

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