En los siete años que llevamos acompañando a marcas, hemos perdido la cuenta de con cuántas startups hemos trabajado. Tal vez más de 200… o tal vez nos estamos quedando cortos. Siempre hemos visto este ecosistema digital como una explosión de oportunidades y de posibilidades: aparición de otros modelos de negocio, democratización de los canales de información y comunicación, nuevas metodologías centradas en la agilidad, otra forma de entender el trabajo…
Desde hace unos años, estas posibilidades se han llevado no solo al ecosistema de emprendimiento, sino a la gran mayoría de empresas y negocios en todos los sectores. Hasta los que más asentados estaban en el offline, como educación, farma o energía, ya tienen sus tácticas integradas en la esfera digital.
Este aumento exponencial lleva años dejando algunas consecuencias no tan positivas para el crecimiento. Se habla mucho de la feroz competitividad que se vive especialmente en el B2C. Se habla del aumento del precio por adquisición en la publicidad, una herramienta que hasta hace no tanto era clave y muy rentable para muchos negocios. Se habla de la saturación de los canales orgánicos y de los problemas de conectar con tu audiencia a través de terceros que se quedan con todo el control sobre tu visibilidad o, incluso, sobre la privacidad y la seguridad de tus usuarios.
Pero la complejidad del ecosistema digital es todavía más profunda. Mensajes que ayer funcionaban, hoy no. Personas que se consideraban influyentes dejan de ser relevantes o, incluso, son contraproducentes. Canales que podíamos considerar infalibles han dejado de serlo. Ante este entorno voluble y cambiante, ¿solo nos queda probar a tener suerte?
El cambio es lo único inmutable… o no
Cualquiera que trabaje en el ecosistema digital habrá oído miles de veces eso de que lo único inmutable es el cambio. En Soluble no estamos de acuerdo. Desde que comenzamos defendemos y ya podemos decir que demostramos que hay algo más de las marcas que no va a cambiar: su esencia.
Esto es relevante cuando se tiene como objetivo un rebranding, darle forma a nuestra web o, simplemente, activar nuestra marca, pero este ejercicio es factible desde el momento en el que tenemos más o menos claro nuestro market fit.
En cualquiera de estos casos, dedicar tiempo y recursos a descubrir lo que una marca es como primera piedra para crecer de forma consistente y flexible es una de las inversiones más rentables que una marca puede hacer, y también eficiente, honesta y, sobre todo, sostenible.
¿Por qué? Porque esto ayudará a tomar decisiones de negocio coherentes, a elegir solo oportunidades óptimas para conseguir los objetivos marcados y poder destinar el tiempo y los recursos a aportar valor, en vez de estar en un bucle de prueba y error que puede llegar a ser infinito si no tienes un punto de referencia de lo que tu marca sí puede necesitar.
Desde esta premisa, en Soluble diseñamos estrategias basándonos en lo que las personas que conforman esa organización ya son, ya hacen y lo que podrían hacer, así como su motivación más pura. Este enfoque precisa dejar de poner el foco en la tendencia al alza o en la última marca que ha conseguido estar en boca de todos. De hecho, si te paras a intentar analizar el porqué de esos éxitos, por uno u otro camino también llegarás a la palabra mágica: autenticidad.
Observar y poner en perspectiva
Autenticidad significa encontrar cuáles son los atributos que la marca tiene, sean sus creadores más o menos conscientes de ellas. Esto requiere empaparnos de la realidad de la compañía, de su contexto y, sobre todo, de las personas que la conforman. No nos cansamos de decir que la inmersión es la parte más crucial de cualquier proyecto, ya sea rebranding, diseño o desarrollo web o el lanzamiento y consolidación de un plan de acción.
Una vez completada la observación, toca poner en perspectiva todo lo que hemos encontrado. Nuestros objetivos -ya sean en el corto o en el largo plazo-, comprender de verdad a nuestras audiencias y saber cómo es el terreno en el que jugamos es fundamental para esta parte del trabajo. Lo que buscamos es sacar a flote las fortalezas que nos ayudarán a conectar con las personas adecuadas.
No perdemos de vista que todo esto ha de generar herramientas útiles y fáciles de aplicar. Por eso, es fundamental trabajar con mimo conceptos estratégicos y prácticos que cristalicen los beneficios de la estrategia: facilitar decisiones, apuntalar las oportunidades, guiar la adquisición, alinear al equipo y conectar con las personas a las que nos dirigimos. Todo esto, para ser más eficaces cumpliendo con los objetivos que tenemos hoy y acercarnos a la trascendencia que buscamos mañana.
Plataforma de marca para encapsular la esencia
En esta parte final se conforma la plataforma de marca, un número limitado de frases que deben ser capaces de encapsular el complejo universo de toda la marca, sus posibilidades y sus oportunidades para que sean herramientas ejecutables. Un reto que parecería imposible si no contásemos con el poder de las palabras, sus significados y matices, que son claves para abrazar la consistencia y la flexibilidad que una marca necesita en el entorno digital.
Si hacemos bien nuestro trabajo, cuando presentamos los resultados a las personas con las que trabajamos experimentan una única sorpresa: la de verse reflejados en palabras que habían estado buscando durante mucho tiempo. Esa sensación de que el traje encaja perfectamente con la realidad y las aspiraciones de la marca ponen muy fácil continuar con el siguiente paso: la congruencia. Pero nos daría para otro Solublabla.