Cuando disfrutas de la libertad del trabajo en remoto cada día, los encuentros de equipo son algo que esperas con ganas, vives intensamente y recuerdas con cariño desde el primer café que tomas en soledad al volver a tu rutina. Así ha sido, un año más, el off-site Soluble, El Toboso Edition, que compartimos hace una semana.
Esta ocasión ha sido incluso más especial para el equipo, ya que el pasado mes de junio dejamos la oficina de Barcelona, que nos vio nacer y crecer. Una decisión que en el contexto actual tiene todo el sentido (ahora el equipo está mucho más repartido y el uso de la oficina era muy puntual) pero que marcó el fin de una etapa y abrió nuevas posibilidades. Más recursos para trabajar juntas en coworkings en las diferentes localizaciones del equipo y para organizar nuestros off-sites.
A esto se sumaba el habitual secretismo: no supimos el destino hasta 24 horas antes del encuentro y la agenda estaba repleta de incógnitas y sorpresas. Con bien de hype.
Menos cascos, más chanclas
Llegó, por fin, el día. A hora y media de Madrid nos esperaba El Toboso, patria de Dulcinea, amor de Don Quijote. Un paraíso en el que abandonamos por unos días nuestras reuniones en el metaverso para compartir espacio y celebrarnos las 24 horas. La ubicación elegida nos permitió también visitar molinos y degustar la gastronomía típica de La Mancha, gracias a un catering que lo hizo todo muy fácil y delicioso.
Fueron cuatro días de off-site que dieron para mucho. Celebramos el cumpleaños de Laurent, desayunamos (y re-desayunamos) juntos, compartiendo los buenos días antes del primer café. Las más deportistas salieron a correr y vieron el amanecer. Tuvimos reuniones al sol y en chanclas. Entablamos amistad con el gato Kevin y su familia. Competimos preparando hamburguesas (mención especial a la mermelada de frutos rojos de Estela y María) y cócteles. También jugando al ping pong (Julia aniquiló y desmoralizó a sus rivales) y al futbolín (descubrimos el talento oculto de Celia). Ismael y Laurent nos prepararon una espectacular barbacoa. Y también tuvimos tiempo para aprender más, de Soluble, del equipo y de nosotras mismas.
Hablamos con nuestras brand managers de cómo mejorar la organización y los procesos, desde Activación nos explicaron recursos para afrontar las presentaciones, y recordamos cómo dar y recibir buen feedback.
De la mano de Ismael, reflexionamos sobre qué somos, qué hacemos y por qué lo hacemos. De vez en cuando es bueno parar un momento a pensar dónde estamos, cómo estamos. Algo que casi siempre contamos hacia fuera, pero analizándolo desde dentro. Porque todo lo que hacemos en el día a día, lo hacemos para que las buenas empresas parezcan tan buenas como son. Y no solo eso: por el camino queremos conseguir que las personas sean un poco más felices en su trabajo. Es un propósito y una forma de hacer las cosas. Con nuestros más que partners, por supuesto, pero que empieza por cuidarnos como equipo, por cuidar la esencia de Soluble.
Un espacio seguro para sumar
Todo el año nos cuidamos. Lo hacemos con nuestro nuevo plan de carrera, y con la colaboración con Mentiness, la plataforma para mejorar la salud mental en las empresas. Todo ese esfuerzo conjunto, diario, ha mejorado la comunicación y el entendimiento del equipo, ya lo sabíamos. Eso sí, en el off-site, cual convivencia de reality, se ha magnificado. Hemos experimentado y compartido ese espacio seguro que veníamos trabajando, se ha hecho tangible. Ha sido muy bonito.
Un espacio seguro en el que sabemos que podemos expresarnos con garantías siempre que lo necesitemos. En el que ponernos a prueba y donde competir es divertido y nos permite aprender de los demás o descubrir talentos ocultos. Así fue con el reto que nos propusieron las compañeras de Diseño: por equipos, tuvimos que crear una estrategia, un concepto creativo y toda una identidad visual para una nueva marca. Algo que requiere horas de trabajo, mucho mimo y expertise… en solo media hora. Nos hicieron sudar, pero se ve que lo hicimos muy bien porque ganamos los dos equipos.
Seguimos en el borde de la silla durante el taller de improvisación teatral, otra de las actividades sorpresa. En el equipo tenemos a una actriz profesional, nuestra Ada, pero Cristian e Ismael dieron la sorpresa de la sesión con actuaciones espectaculares. Dejando el talento teatral (o la falta de él) a un lado, la improvisación nos descubrió la regla del “sí, y”, sobre la importancia de escuchar la propuesta del equipo y sumar para construir. Una actitud fundamental en el trabajo y en la vida. Porque no hay ideas malas, tampoco perfectas, y con esa filosofía evitamos frenarlas cuando empiezan a despegar.
Nos vamos mejores
Y el off-site llegó a su fin. El primero tras haber dejado la oficina. El del espacio seguro. Un encuentro tan especial como completo. Había ganas y no defraudó. Así lo vivieron las últimas incorporaciones al equipo:
“Tenía la intuición de que lo iba a disfrutar y de que me iba a ir con buen sabor de boca, pero superó todas mis expectativas. Conocer presencialmente al equipo fue un regalo, y los días que pasamos juntos me han ayudado mucho a poner corazón, además de caras”, cuenta Belén.
“En realidad, fue mi primer off-site en general, no solo en Soluble. Fueron muchas emociones de golpe y supuso la oportunidad de veros a todas y todos un poco más vulnerables, más humanos. Dejasteis de ser solo compis de curro”, recuerda Andrea Alonso.
Y así lo vivió Javi, el veterano de Soluble: “había bastante gente con la que llevaba mucho tiempo trabajando y a la que no había puesto piernas todavía. Estas últimas incorporaciones se han integrado muy rápido y se notó, el ambiente fue muy bueno. Las actividades también fueron geniales, no había hecho nada parecido antes. Me gustó mucho el plan del equipo de Diseño, visualizo un reto así de Tech, muy pronto. Y me queda pendiente ganar a Julia al ping pong”.
Ahora toca seguir cuidándonos online, disfrutando de la libertad del teletrabajo cada día y pensando ya en el próximo encuentro, equipo Soluble.