A lo largo de nuestra Historia, cuando un pueblo conquistaba un nuevo territorio, era casi de obligado cumplimiento arrasar con cualquier rastro de quienes ocuparon antes aquellas tierras.
Afortunadamente, con los siglos se llegó a comprender el valor que tenían ciertas aportaciones previas a la llegada de los conquistadores y se comenzaron a respetar y conservar.
Será maravilloso el día que se comprenda esto en nuestra política también.
Sin ánimo de entrar en cuestiones ideológicas, estos días es noticia el adiós de Nacho Padilla y su equipo del Ayuntamiento de Madrid. Un buen momento para evaluar lo conseguido en cuatro años de (buen) uso del diseño y su gestión como herramienta para construir ciudad.
El diseño y las administraciones no se han llevado especialmente bien en nuestro país. Hasta el punto de ni siquiera aprovecharse para cuestiones partidistas (el día que algún político descubra el poder del diseño para convencer, veremos).
Del caso Madrid me llama especialmente la atención la humildad e inteligencia con la que se ha abordado la necesidad de comunicar a quienes conforman la ciudad. Entender que la gente que vive allí son quienes construyen ciudad y ser capaz de, con la realidad administrativa existente, crear un marco donde los profesionales del diseño pudieran hacer bien su trabajo.
La arquitectura y el urbanismo persiguen generar situaciones e interacciones entre las personas y la ciudad ideando espacios a distintas escalas. Hemos visto que el diseño va más allá y es la mejor forma de multiplicar el alcance de esas interacciones y construir un sentimiento de pertenencia capaz de hacer que una ciudad sea querida y consiga en poco tiempo “que te sientas de allí”.
Spoiler: poner un corazón en el logo de tu ciudad no la hará más amable.
Ha sido maravilloso contar con una figura de Director Creativo en una de las mayores administraciones del país. Se empiezan a ver otros movimientos que no debemos perder de vista como los que estamos viendo últimamente desde Valencia. Ojalá se convierta en un estándar pronto.
Y la verdad es que no se nos ocurren más ejemplos patrios de buen uso del diseño desde la Administración. ¿Conoces tú alguno?
Ismael Barros |