Hay ciertos elementos clave en la construcción de marcas que, por muchas vueltas que demos a la hora de contarlos, deben estar siempre presentes.
Uno de ellos es que las marcas son el fruto de las relaciones entre las personas que las hacen posible, tanto dentro como fuera de la compañía en cuestión. Es decir, una marca siempre va a estar soportada por una realidad de empresa que será la que permita que crezca y prospere.
Cuando las personas que conforman el equipo que da vida a una marca comparten un objetivo común que les sirve para volcarse en su trabajo, estamos ante un escenario ideal desde un punto de vista del branding.
Si este objetivo, además, es compartido por el público al que nos dirigimos, los beneficios no tardarán en llegar. Y si ya esta meta es algo latente en el conjunto de la sociedad, estaremos garantizando el futuro de la compañía.
Este horizonte compartido y perseguido es lo que llamamos propósito. Y afortunadamente no es algo que tengamos que esperar que suceda, sino que es algo que podemos perseguir desde las organizaciones para construir marcas sólidas y con impacto.
Definir y evidenciar un propósito con la fuerza suficiente para soportar el crecimiento de una marca es uno de los primeros pasos que deberíamos dar como empresa. Con esto, tendremos una de las herramientas más efectivas para contratar bien. Da igual lo buen profesional que seas, si no compartimos propósito nuestra relación no va a funcionar a medio-largo plazo.
En Soluble, por poner un ejemplo, tenemos un cuestionario que es necesario rellenar antes de presentar una candidatura. Varias de las preguntas están enfocada a descubrir los valores que mueven a la persona que hay detrás de ese CV o portfolio.
Esto nos ayuda a, poco a poco, ir construyendo la empresa que queremos: un lugar donde todo el equipo se sienta cómodo y parte de algo más grande, puesto que la meta es compartida entre todas.
Por el contrario, si una marca carece de propósito, estaremos propiciando desalineaciones y fricciones que se traducirán, sin duda, en falta de agilidad, pasos en falso y, sobre todo, no estar aprovechando el 100% del potencial de la compañía y el equipo.
Vivimos un momento de cambio social muy relevante, donde hay varios frentes abiertos fundamentales para el futuro de la humanidad. Las marcas, bien gestionadas, tienen el deber y el poder de liderar ese cambio hacia un mundo mejor, donde cada cual participe de la causa que le mueve con quienes comparten sus mismas inquietudes.
Sé que es una pregunta delicada, pero te animo a reflexionar: ¿sabrías decir cuál es tu propósito? ¿Y el de tu empresa? ¿Coinciden?
Ismael Barros |