Sobre marcas y decir adiós.
El día que recibimos su candidatura al puesto para el que buscábamos a la primera persona menos junior del equipo, yo estaba convencido de que se había equivocado. Que había respondido al formulario por error, contestando a las preguntas por curiosidad y dándole sin querer a “enviar” al final del cuestionario.
Le seguía desde hacía un tiempo. En redes, en Twitter sobre todo, a raíz de un evento de producto que acababa de montar en Barcelona. Formaba parte de ese grupo de profesionales a los que admiraba y, de algún modo, envidiaba por saber contar la mejor cara del trabajo que hacían.
Y ahí estaba: postulándose como uno más, desde la modestia más radical, para trabajar en la empresa que estábamos intentando montar. Menudo chute de motivación y menudo hito de validación supuso.
A la sorpresa inicial le siguieron varias conversaciones. Transparentes, honestas y muy naturales, en las que vimos que realmente existía la posibilidad de unir fuerzas y hacer realidad eso que siempre hemos defendido: que quien entra en Soluble lo hace para que la compañía no sea igual con o sin su incorporación.
A día de hoy, tres años y medio después, nos toca decir adiós a quien quizás mejor encarna esta máxima de Soluble. Nos tenemos que despedir de nuestro compañero Máximo para que ayude a otros, a un producto esta vez, a consolidarse y crecer.
Quiero aprovechar esta Touchpoint, la última que pilotará él, para darle las gracias también por aquí.
Gracias por los aprendizajes, por la entrega, por la paciencia, por el cariño, por la implicación y por la actitud. Gracias por las risas, las discusiones, las cervezas, las concesiones, las renuncias, las charlas y el escuchar.
Gracias porque Soluble no sé qué sería hoy si no hubieras pasado por aquí, pero no me cabe la menor duda de que no sería lo mismo. Has conseguido hacer de ésta tu casa y hacer que la sientan propia tanto clientes como el resto del equipo.
Gracias sobre todo por esto último. Gracias por poner en valor cada día a la gente que apuesta por Soluble. Gracias por evidenciar el pedazo de equipo con el que contamos para recorrer el camino que empieza con esta nueva etapa.
Vienen tiempos muy emocionantes de consolidación. De mirarnos en el espejo y abrazar lo que hemos construido sin dejar de madurar. Es justo darte las gracias por tu valentía y por catalizar el cambio con tu salto.
Te vamos a echar mucho de menos. Te deseo (deseamos) lo mejor allí donde vas y ojalá, de verdad, esto solo sea un hasta pronto. Dejaremos la luz encendida y la puerta entornada para que no pierdas el camino de vuelta.
Un fuerte abrazo, amigo.
Ismael Barros
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