En Soluble seguimos una filosofía remote-first porque tenemos la convicción de que hay otras formas de entender el trabajo. Nuestro propósito es hacer más felices a las personas en el trabajo y eso hace que tengamos muy presente la relación con nuestra actividad laboral: buscamos que contribuya a una vida plena o que, como mínimo, no sea una molestia.
Es un objetivo ambicioso para el que resulta fundamental que todo el equipo esté donde realmente quiere. El remoto es una libertad que conquistamos cada día —con mucho esfuerzo— desde nuestros escritorios en León, A Coruña, Lanzarote, Elche, Vic, Madrid, Mallorca o Barcelona.
Queremos hablar sobre ello porque parece que la discusión sobre el teletrabajo se ha consolidado como uno de los grandes debates de la esfera laboral de nuestra sociedad.
En una cara de la moneda están quienes destacan la mayor productividad que algunos estudios han revelado; en la otra, algunas personas, como el mediático empresario José Elías, que afirman que el teletrabajo completo es una medida que perjudica a los trabajadores, al multiplicar la competencia de talento en condiciones desiguales.
Una cuestión cultural
Como la mayoría de las cosas en esta vida, la respuesta a esta discusión no es binaria. En realidad, está llena de matices. No es nada fácil hacer funcionar una empresa full-remote, pero en sectores como el nuestro no hay alternativa si quieres acceder al mejor talento o, como en nuestro caso, lo que te mueve es conquistar libertades.
Trabajar en remoto no es para todo el mundo, ni todos los sectores. Teletrabajando falta información —comunicación no verbal, conversaciones cruzadas— que toca forzar, con cierto peligro de desgaste y pérdida de impacto. Para que esto no ocurra, es necesario un esfuerzo añadido.
En otras palabras, trabajar en remoto es algo cultural que nace en lo más hondo de cada organización. Si tu cultura es presentista, será muy difícil implantar un modelo híbrido eficaz. Y si es una cultura proclive al remoto, el híbrido puede funcionar, pero siempre con mentalidad de teletrabajo.
Claves para que funcione: documentar y comunicarse (mucho)
Aunque se trate de una cuestión cultural, el remoto es un privilegio que debe cultivarse cada día con un extra de comunicación. Hablar de forma clara, directa y asertiva. Hablar mucho, sí, pero sobre todo hacerlo de forma eficaz.
Con frecuencia, nos recordamos los pilares más básicos de la comunicación: asumir y reconocer nuestro papel como emisor de un mensaje o como receptor del mismo, y asegurarnos de que el mensaje llega como queremos que llegue.
Además, trabajamos para que todo quede registrado y documentado de una forma lógica y eficaz. Así, cualquier persona del equipo puede ponerse al día sin intermediarios.
Proactividad, responsabilidad… y límites
Cuando no estás en una oficina en la que puedes recibir mucha información de lo que ocurre a tu alrededor, o en la que quizás tengas alguna distracción menos, es muy importante no esperar a que las cosas pasen y, sobre todo, no dejar las cosas pasar. Sin responsabilidad, autonomía y madurez adicionales por parte de todo el equipo, es muy difícil que funcione el teletrabajo.
Por supuesto, esa responsabilidad también se traslada a los límites, tanto a nivel personal como colectivo. No todo vale. Deben estipularse las normas y límites que garanticen el correcto funcionamiento de la organización.
Verse de vez en cuando
El nivel pro del remoto es trabajar en asíncrono, aunque aspirar a la excelencia digital y alcanzar el punto holístico que buscamos en Soluble requiere una ventana de sincronía que compartimos. Nuestro horario es flexible, pero facilitamos todos los procesos estando disponibles para desbloquear el trabajo de una compañera si lo necesita, por ejemplo.
Nos vemos cada jornada a través de la pantalla, pero también es fundamental verse en tres dimensiones, aun a riesgo de parecer contradictorios. Ponerse piernas, como dice nuestro CTO cofundador, Laurent Dietrich. El trato presencial es vital para estrechar vínculos y ampliar las relaciones a otros planos más allá del estrictamente operativo (no hablamos ya del laboral). De ahí que organicemos off-sites en el que multiplicamos desde lugares tan especiales como El Toboso.
Un extra de confianza
Todo nos lleva, de nuevo, a la conclusión de que trabajar de forma totalmente remota es algo cultural, tanto en el caso de las personas que son especialistas como de aquellas que se dedican a la gestión, reforzando costuras y engrasando todos los engranajes.
El foco no está en el control, sino en la confianza en el sistema, sus procesos y las personas que forman parte de él. Contar con un motor potente y fiable no evita los mantenimientos, pero multiplica el disfrute y la tranquilidad en el viaje hacia cumplir con el propósito.
Este post es una adaptación de una reflexión de Ismael en su perfil de LinkedIn que fue inspirado por una pregunta de Juan Ángel Marín.