Mi web no cuenta lo que somos. Necesitamos comunicar mejor la marca. ¿Te suena alguna de estas frases? Es el síntoma inicial que detectamos en muchos de los casos que llegan al equipo y que, más que una nueva web o un plan de comunicación, requieren dar un paso atrás para entender cuál es la esencia y cuáles son las fortalezas que harán que esos negocios perduren. En Soluble, abordamos cada caso de forma personalizada, pero el proyecto más común suele ser un rebranding.
Al leer la palabra “rebranding” seguro que automáticamente has pensado en el logo, la tipografía, los colores, el estilo fotográfico,… Y sí, el proceso implica repensar y evolucionar la parte visual. Pero ¿qué ocurre con la voz? En la reflexión estratégica del rebranding, la identidad verbal de la marca también tiene mucho que decir.
En el branding, como en la vida
En nuestra vida social, amorosa, laboral… tenemos muy claro que no solo importa lo que decimos, sino también cómo lo decimos. En Soluble, llevamos esto incluso un poco más allá cuando trabajamos la identidad verbal de una marca: dime cómo eres y te diré cómo hablas. Porque una marca que quiere conectar para perdurar es una marca que necesita hablar con sus públicos. Cómo es esa voz es una decisión estratégica para su posicionamiento que no debe ser olvidada.
La identidad verbal es, por tanto, la herramienta que define la voz de la marca y que nos guiará a la hora de utilizarla de forma efectiva, coherente y sostenible en todos los puntos de contacto. El impacto de este trabajo va mucho más allá de cómo son los copys en una campaña de publicidad concreta, sino que significa establecer una manera de relacionarnos efectiva que impacte en la experiencia que generamos como marca.
Contar mejor, conectar más
Conocerla es quererla. La identidad verbal consigue dar muchas alegrías en la gestión de la marca gracias a sus superpoderes -o beneficios- como:
- Coherencia. No importa quién hable o escriba: lo hará con el tono de voz único, auténtico y reconocible de la marca.
- Consistencia. El equipo y todos los colaboradores con los que pueda contar dispondrán de la misma herramienta y los mismos códigos para comunicar.
- Agilidad. Nos permite crear contenidos con mayor rapidez y seguridad gracias a las pautas, recursos y ejemplos prácticos.
- Estrategia. Facilita la conversación con la comunidad y los potenciales clientes, asegurando que todos los mensajes sean coherentes con la estrategia para no crear confusión.
- Reconocimiento. Hace posible que nos reconozcan en los puntos de contacto donde lo visual no llega: podcast, mensajes de telefonía…
- Sinergia. Pero cuando convive con otros elementos de la identidad todo encaja, multiplicando la experiencia de marca.
Afinando la voz
¿Y cómo conseguimos esto? En primer lugar debemos (re)definir el tono de voz de la marca. La respuesta la encontramos, como siempre, en la esencia de su estrategia. Decíamos antes que la marca, igual que las personas, habla como es. Así que adoptaremos un tono de voz único, según la personalidad, el propósito y las metas de la marca y del negocio.
El siguiente paso es preguntarnos: ¿Qué buscamos cuando hablamos? Definir la intención principal en nuestras comunicaciones como marca es clave y marcará todas las decisiones de la identidad verbal. ¿Hablamos para inspirar? ¿Para hacer fácil lo difícil y entretenido lo aburrido? ¿Para dar visibilidad a lo invisible? Siendo fieles a la autenticidad de cada marca, no habrá dos identidades verbales iguales.
Con el tono y la intención marcando el norte, definiremos unas pautas para homogeneizar, de manera sencilla y práctica, la voz de nuestra marca. Algunas de estas pautas de la identidad verbal son sencillas, pero necesarias. Por ejemplo, definir desde dónde se habla: ¿habla la marca, hablamos desde el nosotros? Otras, sin embargo, requieren de una reflexión estratégica profunda ligada al propio servicio o producto que damos a los clientes. Según el tipo de recursos y lenguaje que elijamos para nuestra identidad verbal provocaremos una experiencia de marca única, auténtica y fiel a su esencia.
Y, por supuesto, generamos una batería de elementos y recursos que nos ayuden a marcar la diferencia y terminar de impulsar de forma creativa la personalidad y el propósito de nuestra marca.
No nos olvidamos de la Inteligencia Artificial
Contar con un buen manual ayudará a la consistencia de la estrategia de marca y, además, será muy útil para el día a día de las personas que gestionen la comunicación de la marca y entren en contacto con el público y potenciales clientes. Bueno, personas… o una Inteligencia Artificial. Porque si decidimos usar la IA para ayudarnos en la generación de contenidos o queremos contar con un chatbot como asistente virtual, la identidad verbal se vuelve más importante que nunca para nutrirla y aprovechar su potencial, sin que la voz de la marca se diluya en el proceso.
En cualquier caso, sin importar qué inteligencia está detrás, una vez completado el rebranding, la web no solo contará lo que hacemos, sino que también mostrará lo que somos en cada palabra. Y no solo la web, también las redes sociales, las presentaciones, los emails…
En definitiva, una identidad verbal es fundamental para garantizar una comunicación coherente y reconocible que nos permita conectar y establecer relaciones con la audiencia para ser recordados y para perdurar. Y todo ello es posible dándole un extra de estrategia -y cariño- a las palabras y a la voz de nuestra marca.