Sobre marcas, psicología e islas. Aspiro a abrirme un poquito a través de estas palabras a todo el que me lea con la intención de, si algún día nos conocemos y compartimos camino -ya sea como compañeros, cliente o colega-, tenga esa persona la generosidad de también abrirse un poquito conmigo.
Soy psicóloga de formación y también ha sido mi profesión durante un tiempo. Gran parte de mis amigos, que pertenecen a ese gremio, aún a día de hoy no se explican cómo pude abandonarlos para pasarme “al lado oscuro”. Es entonces cuando les explico que ayudar a las personas y ayudar a las marcas no es tan distinto como creen y que además, si consigues llegar realmente a ellas, las marcas también evolucionan, como las personas, y su impacto en el mundo puede ser muy positivo.
Recuerdo mi primer contacto con la psicología. Fue en el último curso escolar, antes de decidir qué carrera escogería y a qué querría dedicar el resto de mi vida (ahí es nada). Un psicólogo irrumpió en mi clase y nos pasó un test para poder guiarnos mejor profesionalmente. Tras analizar los resultados, nos sometió a una especie de cruel vaticinio sobre lo que sería de cada uno de nosotros en el “mundo real”. Lo cierto es que no dejó títere con cabeza y cuando llegó mi turno temí lo peor. Se sentó en la esquina de la mesa y dijo: "María, según tus resultados deberías ser psicóloga". Uf, menudo alivio sentí al escuchar que no todo estaba perdido, o eso creí yo… porque entonces continuó diciendo: "o más bien, deberías coger un barco, navegar hasta una isla desierta, dejar que te crezca barba y dedicarte a pensar". Ahí estaba: una de cal y una de arena. Hay que ver qué mal visto está que a una le gusten más las letras que los números, que una prefiera comprobar las cosas por sí misma a quedarse con lo que le cuentan, que una prefiera preguntar antes que vivir con la duda.
Como no había dinero para el barco, comencé por estudiar psicología. Encontré en ella mil y una herramientas que jamás habría imaginado pero, sobre todo, encontré una manera diferente de mirar y de pensar.
Ahora sí, era el momento de zarpar. Y pensando, navegando y pensando, di con el branding, que a mí se me antojó isla por su belleza y también por su misterio. Desde entonces vivo aquí. Sé que esta isla está llena de tesoros, uno por cada marca. Los que vivimos en ella sabemos cómo encontrarlos y queremos ayudar a quien llega. Y solo sabiendo mirar de otro modo y pensar de otro modo encontraremos el camino acertado.
Eso es para mí esta isla: un espacio mental en el que yo no pienso en mí. Solo en otras personas, en marcas y en cuál es el verdadero camino de cada una de ellas.
María León Brand Strategist |