Sobre marcas y planos de referencia.
No tengo ni puñetera idea de escalada. Probé a escalar por primera vez justo antes del confinamiento del pasado marzo y me quedé con ganas de más. Sí que tengo gente cerca apasionada de este deporte (o forma de vida) y el día que estuve colgado en una pared lo asocio a algo que me sirve para mantener a raya la ansiedad y la frustración.
Cuando estás en la pared, está muy bien que tengas claro hacia dónde tienes que ir, pero la cabeza ha de estar concentrada en cuál de las cuatro extremidades soporta tu peso y cuál va a ser el inmediatamente siguiente movimiento que vas a hacer.
Tomar consciencia de cada momento estrictamente presente, para desde ahí dar el siguiente paso hacia una meta que visualizaste y que sigue en tu cabeza, pero en segundo plano.
Si tuviéramos la cabeza sólo pensando en la meta, en el objetivo que está allí arriba, separado de nosotros por un gran vacío, sería prácticamente imposible llegar.
Algo así me pasa a menudo en diferentes aspectos de mi vida. Y sé que no es algo exclusivo mío. Parte del sufrimiento que experimentamos en nuestro día a día viene dado por un desajuste severo entre nuestro ideal y la realidad. En psicología, se dice que la persona experimenta una mayor plenitud cuanto más cercanos están su ser ideal (cómo le gustaría ser), su ser real y la percepción que tiene de éste.
Dicho de otra manera: fantasear con cómo nos gustaría que fueran las cosas y perder el plano de referencia real, nos garantiza un camino de sufrimiento y frustración. Personalmente, me funciona mucho mejor leer la realidad de la forma más objetiva posible, abrazarla como es y, una vez aceptada (pero aceptada de verdad, en lo más profundo), empezar a construir hacia un horizonte.
Situarnos en el plano de referencia real para trabajar es infinitamente más efectivo que perdernos en fantasías e idealizaciones. Ese plano ideal ha de estar, claro que sí, pero veremos que cuando lo construimos desde la realidad, se convierte en algo más verosímil y alcanzable.
La última vez que he tenido que echar mano de este ejercicio ha sido al escribir esta Touchpoint, sin ir más lejos. Como os contamos en el último número del año pasado, tras unos meses de parón estamos reorganizando la comunicación del estudio, incluyendo nuestra newsletter.
Más o menos soy capaz de visualizar la Touchpoint que me encantaría tener —digo más o menos porque el principal problema de las idealizaciones es que nunca son tan concretas como parecen, he ahí el peligro—. Tengo mil ideas y podría perderme por tiempo indefinido en mis fantasías. Pero la realidad es la que es, nuestra Touchpoint es la que es y no funciona mal, por lo que lo mejor es sacudir la cabeza, valorar lo que tenemos y ponerme a escribir, sin perder de vista hacia dónde me (nos) gustaría que fuera esta publicación pero sin dejar que esa idealización de la Touchpoint perfecta me paralice.
Esta vez se ha unido una tentación extra: el estar a la altura del aluvión de nuevas suscripciones de estas semanas, gracias a la mención de Lucas Aisa en su último envío de 2020 de Queridamarca.com —aprovecho para enviar la recomendación de vuelta por si no estáis suscritos. No tiene desperdicio—.
Así, enviamos esta edición con lo que tenemos y la primera novedad entrará en juego en el próximo número: este espacio de reflexión pasa a estar a disposición de todo el equipo, por lo que iréis encontrando reflexiones de compañeras y compañeros que tengan algo que contar. Os adelanto que el próximo en escribir será nuestro querido Ritxi Ostáriz.
También daremos más visibilidad a quienes sugieren los enlaces que compartimos y estos enlaces no serán sólo recursos o noticias de actualidad sino también contenido que hemos compartido internamente o que, aunque antiguos, creemos que merece la pena destacar. Con esto empezamos hoy mismo.
Como cierre, animaros a dirigir la vista a lo real, a lo que es, a lo que tenéis. Miradlo con cariño y sin juzgarlo, poniéndolo en valor y apreciándolo. A partir de ahí, de la aceptación, ¿qué es lo siguiente que podrías hacer para avanzar?
Ismael Barros
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