Otra forma de entender el trabajo es posible. Tiene que serlo. Este fue el pensamiento casi obsesivo —y al que ahora prefiero llamar intuición— que nos ha guiado en los últimos siete años y una duda que se convirtió en la coletilla final en la mayoría de decisiones que han dado forma a Soluble y a su propósito a través de la gestión de las marcas: “Making people happier at work”.
No es algo tan singular. ¿Trabajar así es la única opción? ¿No es posible otra manera de hacerlo? Son preguntas que todos, seguro que también tú, nos hemos hecho en algún momento.
Más diferente es hacia dónde nos llevan estas preguntas. A mí muchas veces me han llevado a la frustración, otras a dar pequeños pasos en lo que considero la buena dirección. Sumar de estas últimas es lo que me ha permitido ir avanzando. Y justamente de eso van estos posts, de lo que aprendo en este camino de descubrimiento sobre otras formas de entender el trabajo y de trabajar.
Hace unas semanas compartí el caso de Quaderno y el tiempo que su equipo dedica al trabajo. Porque el tiempo es oro y, de su mano, siempre va otra coordenada fundamental: el espacio.
Hasta hace apenas unos años, la norma generalizada que nadie ponía en duda era que ir a trabajar era también ir a un espacio concreto, físico y delimitado. Con la pandemia, estas verdades absolutas quedaron inhabilitadas cuando cientos de miles de personas pasaron, de un día para otro, a trabajar desde sus casas.
En Soluble, hacer nuestro trabajo sin compartir oficina en Barcelona era un cambio que implicaba una transformación cultural difícil de poner en marcha y mantener. La presencialidad determinaba nuestra manera de hacer y de pensar. Y al desaparecer el espacio físico común, tuvieron que cambiar nuestros procesos, dinámicas y costumbres. Pero fue posible. Y tres años después trabajamos en “full remote” sin dejar de promover mucho que las personas se encuentren cuando quieran o cuando lo necesiten. No por obligación, sino por convicción. Y ahora, en vez de hacerlo solo en Barcelona, también lo pueden hacer en A Coruña, en Lanzarote, en León, en Elche, en Oviedo, en Vic o en Madrid.
Madrid y Barcelona, las dos grandes ciudades. “The place to be”. Los lugares donde todo ocurre. ¿Todo? Llevo más de una década rodeado emprendedores con valentía e iniciativa más que de sobra. Y, sin embargo, no es raro escuchar a personas que rompen el statu quo que, para que las cosas pasen, para acceder a la innovación, para el éxito de un emprendimiento… “hay que estar en una gran ciudad”.
Siendo yo extremeño, hoy quiero compartir algunos casos que me inspiran y hacen que me cuestione esas afirmaciones.
Empezamos por una veterana. Cuerva es una compañía familiar que lleva más de 80 años operando en el sector energético. Pero, más allá de eso, en su propia esencia siempre ha estado la innovación. Hace décadas era con un burro, pero en los últimos años sus proyectos, acciones y aprendizajes destacan en el ecosistema energético a nivel europeo. ¿Y dónde está ocurriendo todo esto? Siempre desde Granada.
Para que pase lo que ha pasado con Mi tienda de arte, ahora Craftelier no les ha hecho falta estar en ningún otro lugar que una ciudad de 150.000 habitantes. Desde León, su ecommerce facturó en 2022 por encima de los 22 millones de euros y se posicionó en el ranking de las 500 empresas españolas con mayor crecimiento. Siguen en el mismo lugar desde el que hicieron la primera venta y millones de pedidos después que evidencian que es posible, escucho una conversación con mi amigo Pepe de Minimalism, en la que Víctor cuenta: “Nos han llegado a acomplejar diciéndonos que desde los sitios pequeños no se puede, para evolucionar tienes que ir a Madrid… ese chip está ahí. Había inversores que para apostar por proyectos incluso del mundo rural, exigían que se movilizasen a Barcelona o Madrid”.
Ante el estigma, más realidades. Declarando consigue captar la atención de Visma con su propuesta de gestión para autónomos desde Castellón. Quaderno —que también acaba de ser adquirida por este líder europeo de software— es una referencia no solo en modelo de negocio, sino también en un modelo de trabajo que atrae la atención a talento americano; y lo hacen desde las Islas Canarias.
Y la última por hoy, con algo menos de recorrido a las espaldas y un futuro lleno de éxitos por delante. Mentiness revoluciona la salud mental uniendo psicología y analítica desde Vilagarcía de Arousa.
Conocer estos casos me ayuda a confirmar que hay otra forma de trabajar y que hay que conocerlas para tener todas las opciones que nos permitan que el trabajo se adapte más a cómo —y, desde luego, dónde— queremos vivir nuestras vidas.